Eduardo Mendoza es el autor de la mejor obra literaria española de los últimos 100 años: "Sin noticias de Gurb" (1991) -de la que otro día hablamos en detalle-, también tiene premios planeta y tal, algunas novelas que están bien y otras que no hay por donde cogerlas, pero por encima de todo es el autor de una de las sagas literarias más acongojantes que haya dado la literatura negra patria, estoy hablando claro del cuarteto de novelas protagonizado por "el detective sin nombre" (Mendoza nunca se lo puso). Desternillantes piezas donde nuestro amigo el detective salido del manicomio investiga inverosímiles crímenes haciendo uso de su ingenio mientras intenta sobrevivir alimentándose de lo que puede mientras infructuosamente intenta darse una ducha y desprenderse de la creciente capa de mugre que suele acompañarlo toda la novela. Por no hablar claro de la indescriptible galería de no menos desternillantes secundarios que da más lustre si cabe a este cuarteto de delirantes novelas.
Mi historia de amor con esta saga comenzó casi de casualidad cuando sin saber muy bien qué iba a encontrarme cayó en mis manos en la biblioteca del instituto "El laberinto de las aceitunas" (1982), y la verdad es que me desarmó completamente. Yo por aquel entonces le andaba dando a los clásicos del género negro americano y encontrarme aquella versión castiza y descacharrante me hizo seguidor de su autor de por vida. No se trata de que fuera una novela "de chorradas", es que por encima de todo es una historia negra espléndidamente armada y narrada, esa es la base que hace que estas novelas sean un triunfo. Luego por supuesto se completan sus ingredientes con los disparatados personajes y las ocurrencias de su autor, que caso excepcional en mi (que leyendo es complicado hacerme reír) me arrancan carcajada tras carcajada.
Luego leí la novela previa "El misterio de la cripta embrujada", que cuenta hasta con una discreta adaptación cinematográfica protagonizada por José Sacristán, que es igualmente imprescindible, aunque como ensayo previo que es, no llega a las cotas de delirio que es esa obra maestra que la sigue.
Eduardo Mendoza dejó al personaje dormido muuuuchos años, dando rienda suelta a su vena cómica en otras obras y muchos pensamos que nunca volveríamos a saber de él. Así que cuando por sorpresa en 2001 su detective sin nombre regresa con "La aventura del tocador de señoras" muchos nos frotamos las manos para encontrarnos con un libro que.... estaba bien.... arrancaba alguna sonrisa..... pero no era lo que uno se esperaba, quizá demasiado retorcido y un poco reiterativo. Seguramente es la eterna historia de las expectativas alimentadas por años de espera que pocas veces (y en pocas artes) se han visto satisfechas.
Eduardo Mendoza dejó al personaje dormido muuuuchos años, dando rienda suelta a su vena cómica en otras obras y muchos pensamos que nunca volveríamos a saber de él. Así que cuando por sorpresa en 2001 su detective sin nombre regresa con "La aventura del tocador de señoras" muchos nos frotamos las manos para encontrarnos con un libro que.... estaba bien.... arrancaba alguna sonrisa..... pero no era lo que uno se esperaba, quizá demasiado retorcido y un poco reiterativo. Seguramente es la eterna historia de las expectativas alimentadas por años de espera que pocas veces (y en pocas artes) se han visto satisfechas.
Así que cuando el año pasado se anunció un nuevo regreso del personaje en "El enredo de la bolsa y la vida" (2012) a algunos ya nos dio miedo que se acabara de estropear algo maravilloso, y como también suele pasar en todas artes, tener las expectativas bajas es lo mejor para disfrutar como un enano. Pero creo que es más que un tema de expectativas, este libro recupera parte de la chispa perdida y nos retrotrae a los mejores tiempos de "El laberinto de las aceitunas" (uno de mis libros favoritos de siempre, he de decir -con permiso del amigo Gurb-). "El enredo de la bolsa y la vida" cuenta con un enredo alucinante, personajes psicotrónico-descacharrantes, ácida crítica a la situación socio-económica patria, y en resumen, una entrega que engrandece la saga y la devuelve al nivel que la hizo grande.
Amo a este personaje sin nombre y me he leído estos libros un buen número de veces. Nunca me fallan en alegrarme una mala temporada, y debéis saber que se disfrutan más acompañados de una buena Pepsi-Cola ingerida mientras se danza ora sobre un pie, ora sobre el otro.
Amo a este personaje sin nombre y me he leído estos libros un buen número de veces. Nunca me fallan en alegrarme una mala temporada, y debéis saber que se disfrutan más acompañados de una buena Pepsi-Cola ingerida mientras se danza ora sobre un pie, ora sobre el otro.